Ruta por las orillas del Manzanares: Momentos históricos junto al río madrileño

El entorno del río recoge curiosos hechos históricos que puedes conocer con esta ruta por las orillas del Manzanares. Se celebraron torneos, inspiró romerías que hoy día se mantienen, y las lavanderas lo usaron durante siglos
Nuestro recorrido en esta ruta por las orillas del Manzanares comienza en el parque de Atenas, a los pies de la Catedral de la Almudena. El parque recibe su nombre en honor al lugar de nacimiento de la reina Sofía, pero inmemorialmente el espacio que ocupa el parque siempre se ha conocido como el Campo de la Tela. Lo curioso de esta zona era que aquí se celebraban los torneos madrileños: si los combatientes luchaban a pie el torneo se llamaba melee, palabra que ha llegado al rugby, y si el enfrentamiento era a caballo se llamaba justa, venciendo quien rompía más lanzas o descabalgaba primero al contrario.

La ruta empieza en la Catedral de la Almudena. / museo.catedraldelaalmudena.es
Cuando Felipe II fija en Madrid la capital de su Imperio en 1561 compra estos terrenos. Ya ha pasado la época de justas y torneos y ahora gustan los juegos de cañas, actividad árabe de origen militar en el que dos grupos de jinetes engalanados simulaban cargas y se arrojaba cañas a modo de lanzas que debían parar con los escudos. En época de Felipe IV estos juegos alcanzaron su apogeo gustando a las cuadrillas disfrazarse la mitad de moros y la otra mitad de cristianos y participando en los combates la nobleza e incluso el mismo rey que era un gran aficionado. Al llegar el siglo XIX ya no tienen sentido estos combates y el Ayuntamiento transforma la zona en un bosque de hoja perenne.
Vírgenes portuarias en Madrid
La ruta por las orillas del Manzanares continúa por el Paseo de la Ciudad de Plasencia. Para entender por qué este paseo lleva ese nombre hay que recordar al Marqués de Vadillo, Don Francisco Antonio de Salcedo y Aguirre, que fue corregidor de Plasencia y Madrid.
El marqués, siguiendo órdenes de Felipe V, proyectó una reforma de la margen izquierda del río creando el Paseo Nuevo –actual Paseo de la Virgen del Puerto-, con el objetivo de unir el Campo de la Tela con el Camino del Pardo y urbanizar la gran explanada existente entre el parque del Alcázar y el Río Manzanares. En este nuevo paseo, Don Francisco Salcedo pagó de su bolsillo la construcción de la ermita de la Virgen del Puerto (distrito Centro) dedicada en honor a la patrona de Plasencia y de cuya ejecución se encargó, en 1716, a Pedro de Ribera.
Melones para los novios
La ermita de la Virgen del Puerto se inauguró el 8 de septiembre de 1718 y dos días después se celebró una romería para conmemorar el traslado de la Virgen. Esta romería se convirtió en verbena, conocida como “La Melonera” por los puestos de melones que se instalaban alrededor de la ermita. Según la tradición, las mocitas madrileñas que querían tener marido debían acudir a esta verbena y obligar a su novio a que comprara un melón y se lo comiera.

Foto histórica de la romería. / ermitavirgendelpuerto.es
La razón de esta costumbre procede de una leyenda según la cual una novia plantada en el altar recuperó a su novio por mediación de la Virgen del Puerto y la chica, en agradecimiento, robó un melón y se lo llevó a la Virgen, pero Nuestra Señora le dijo que lo devolviera al puesto, comprara otro y si su novio se lo comía se casaría con ella y, además, sería un buen marido. Desde entonces, las madrileñas compran un melón a sus novios en la verbena.
El aprendiz de río
Cien metros separan la ermita de la Virgen del Puerto del Manzanares, río que nace en el Ventisquero de la Condesa y tras 69 Kilómetros derrama sus aguas en el Jarama. Hasta el siglo XVII al Manzanares se le llamaba el Guadarrama de Madrid para diferenciarlo del Guadarrama de Calatalifa. Pero como el río pasaba por los territorios del Duque del Infantado, este noble decidió cambiar el nombre por el de Manzanares.
Aunque tiene un nombre muy pomposo su caudal siempre ha sido muy exiguo, por lo que se ha dicho de él que era “un aprendiz de río”. Tirso de Molina lo comparó con un colegio pues tenía “vacaciones en verano y curso en invierno”, y Luis Vélez de Guevara decía que se llamaba río porque se reían de él los que iban a bañarse.
De rodillas en el Manzanares
Si continuamos nuestra ruta por las orillas del Manzanares en dirección al puente del Rey, no podemos olvidar a las lavanderas. En el siglo XVI comenzó siendo un oficio de varones, pues requería mucha fuerza física, pero al finalizar el XVII era ya una actividad femenina.

‘Lavanderas en el río Manzanares’, de Rodríguez de Guzmán. / Museo del Prado
Entre el puente de Toledo y el Puente del Rey las márgenes del río se llenaban de tablas de lavar donde cientos de mujeres se afanaban en hacer la colada de la ropa sucia de los madrileños. Era un oficio duro ejercido en su mayoría por viudas y mal considerado por tener que descubrirse los brazos y las piernas para lavar. Su vida era mísera y casi al borde de la indigencia.
La colada
Desde la mañana a la noche, lloviera o nevara, hiciera frío o calor, las lavanderas hacían la colada cargando con sus hijos porque preferían que estuvieran a su lado que dejarlos deambular solos por barrios llenos de miseria y delincuencia. Hacer la colada era la expresión utilizada para lavar la ropa y está asociada al uso de los coladores de barro o metálicos donde se introducía la ropa sucia.
Primero se hacía un lavado a mano con jabón de grasa animal. Después, se depositaba la ropa en un barreño con agujeros en su parte inferior y usando una tela a modo de filtro se echaba ceniza y se vertía agua hirviendo para que hiciera un efecto similar al de la lejía. El agua empapaba la ropa y se filtraba a través de los agujeros al interior del cubo. Esta agua se recogía de nuevo y se volvía a hervir para repetir la misma operación tantas veces como fuera necesario hasta que quedara la ropa limpia. Ahora entenderemos por qué utilizamos la expresión “hacer la colada” cuando ponemos la lavadora.
Las lavanderas fueron desapareciendo progresivamente con la llegada a Madrid del agua del Canal de Isabel II, hasta desaparecer definitivamente en 1926 tras las obras de encauzamiento del río.
Antonio Balduque
Historiador. Realiza visitas guiadas por Madrid centradas en las curiosidades madrileñas. Puedes conocer más sobre lo que hace en Curiomadrid o por Whastapp (665 98 50 93). Ha publicado otras rutas en El Resurgir de Madrid.
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