Madrid realiza un homenaje a Muelle, descubre la historia del primer grafitero español


La Comunidad de Madrid realiza un homenaje a Muelle en el barrio de Campamento, Aluche. Es considerado el primer grafitero español, impuso un estilo que tomarían como referencia los jóvenes y fue la primera firma en dejarse ver por las calles de Madrid
Juan Carlos Argüello Garzo, más conocido como Muelle, nació en el barrio de Campamento (Latina) el 23 de septiembre de 1965. Vive su infancia durante la última etapa de la dictadura franquista y llega a su adolescencia en época de transición a la democracia.
Para poner en contexto, su ansia de libertad y anarquía adolescente, se junta con los años de represión que sufrieron muchos en la dictadura. La sociedad española se abre al mundo y vive tiempos en los que las nuevas leyes (Constitución democrática de 1978) aún se están implantando.
Llegan corrientes sociales y musicales como el punk, provenientes principalmente de Europa y Estados Unidos. En Madrid surge una corriente autóctona (que bebe del punk, el pop y el rock) llamada La movida madrileña, que evoca a la rabia y la libertad de los jóvenes.


‘La Movida madrileña’, corriente autóctona que bebe del pop, el rock y el punk. / ERM
Es a principios de los 80 cuando Muelle empieza a firmar, y no es hasta 1993 que decide parar, después de dejar su mote por todos los rincones de la ciudad.
HOMENAJES
Este pasado año 2022 se ha colocado una placa en su honor, en el barrio de Campamento (calle Carazo, 2), donde creció y empezó a firmar. A este acto acudió Begoña Villacís, vicealcaldesa de Madrid, quien dedica unas palabras refiriéndose al grafitero:


Placa en conmemoración a ‘Muelle’ en el edificio donde creció, barrio de Campamento (Madrid). / ERM
“Simbolizó la necesidad de expresarse de la España de la época. Este acto supone un reconocimiento al arte urbano y al propio barrio de Campamento”.
Unas declaraciones que distan bastante de la política anti grafitis que se desarrolló en la década de los 90, y la propia política que vivimos hoy día. Aun así, este no es el único homenaje realizado en su barrio.
Si visitamos Campamento podremos encontrar murales como el del quiosco de la plaza principal, situado al lado de una calle que tiene su nombre.
También podremos ver pequeños Muelles que ha regalado la familia a amigos cercanos, quienes regentan bares y tiendas de la zona, exponiendo sus Muelles para todo el que quiera admirarlos.
En 2017 el Ayuntamiento de Madrid también inauguró una calle con el nombre de Juan Carlos, en el distrito de Latina. Pero el hito más importante es que en 2015, se restauró la firma del grafitero que ha permanecido desde la década de los 80 en la fachada lateral de un edificio privado de la Calle Montera.
Por lo que hoy en día se puede visitar y admirar una de las pocas piezas que aún quedan de Muelle en las calles.


Firma de Muelle en la calle Montera antes de su deterioro y consecuente restauración. / ERM
PRIMEROS PASOS
Nos situamos en el inicio de la década de los 80. Las personas mayores tienen aún la mentalidad impasible de la dictadura, pero los jóvenes solo buscan encontrar su sitio en una sociedad atrasada, a la que no paran de llegar nuevas corrientes y formas de pensar.
Juan Carlos era uno de aquellos jóvenes, tocaba la batería en un grupo y andaba muy pendiente de las modas y las tendencias del momento.


Dos ancianas observando como Muelle deja su firma en el metro de Gran Vía. / ERM
En 1978 empezó a firmar con rotulador en cuadernos y carpetas. Pero no es hasta 1982 que empezó a firmar en las paredes del metro, primero con el nombre de su grupo, Salida de emergencia, y luego con su mote, Muelle.
Se ganó ese mote en su barrio, debido a que decidió cambiar la suspensión de hierro de su bicicleta por un muelle, desde entonces se le conoció como el chico del muelle y posteriormente como Muelle.


Bicicleta modificada con muelle en la suspensión, como hizo en su día Juan Carlos. / ERM
Mientras Juan Carlos plasmaba su apodo, su amigo y compañero de grupo Javi, le acompañaba firmando como Salida de emergencia. Se inspiraron en el grupo punk Decadencia, quien llenó las paredes del metro de Madrid con su firma anteriormente.
Los taqueos o firmas, nacen en Filadelfia y Nueva York , relacionados con la cultura Punk y el surgimiento de la cultura hip hop.
Esas firmas llegan a Europa gracias a películas como Saturday Night Fever o The Warriors, que ofrecen una radiografía de la gran manzana en la que se puede ver los metros y las paredes de las calles con grafitis.


Película ‘The Warriors’ de 1979, donde se pueden ver el metro completamente bombardeado de firmas. / ERM
1984
En 1984 Muelle aún tenía una firma simple (sin el muelle y la R), pero estaba plasmada por muchos de los metros y barrios de Madrid. Se podían ver nombres de grupos punks, mensajes en las paredes, pero nunca alguien había llenado la capital con su firma.
Los jóvenes veían el nombre de Muelle allá a donde iban, lo que hizo que muchos empezaran a imitarle.


Firma con el apodo de Muelle, pero aún no añade la flecha y la ‘R’ de marca registrada. / ERM
Los adolescentes querían plasmar su apodo y su arte por toda la ciudad, compitiendo por llenar diferentes zonas de Madrid con sus pintadas. Aparecen nombres como Bleck (la rata), Max 501, Glub, Remebe, Josesa Punk, Puma, Juan Manuel, Forat-90 o Tifón.
Bleck (la rata)


Firma del grafitero Bleck (la rata). / ERM
Max 501


Firma del grafitero Max 501. / ERM
Glub


Firma del grafitero Glub. / ERM
Remebe


Firma del grafitero Remebe. / ERM
Puma


Firma del grafitero Puma. / ERM
Juan Manuel


Firma del grafitero Juan Manuel. / ERM
Forat-90


Firma del grafitero Forat-90, debajo de un ‘Muelle’. / ERM
Tifón


Firma del grafitero Tifón. / ERM
Recordemos que es 1984, lo que significa que el hip hop realiza su entra en escena en España. El hip hop lo componen cuatro ramas principales (hay más, aunque estas son las originales). El break dance, el grafiti, el turntablisim (DJ’s) y el rap.
A España llega en forma de break dance gracias a películas como Flashdance, o las primeras actuaciones de b.boys (bailarines de break) en la televisión española, como es el caso de Ángel Casas Show.
Grupos como Break Machine traen el hip hop a España. En Madrid llega gracias a la base militar de Torrejón de Ardoz, donde Estados Unidos tenía numerosas tropas (compuestas esencialmente por afroamericanos).
Los jóvenes madrileños sintonizaban la radio de la base militar, ya que periódicamente ponían música hip hop. Se empezó a utilizar el metro de Nuevos Ministerios como punto de encuentro para los b.boys emergentes. En los suelos brillantes de la estación se bailaba y competía mientras sonaba el casete.
En 1984 todos los jóvenes conocían la figura de Muelle y sabían lo que era el grafiti, por lo que la llegada del grafiti hip hop es inminente. Sin embargo, Muelle y sus seguidores no bebían de la cultura hip hop. Juan Carlos era punky, como casi todos por la época, y escuchaba grupos como Delincuencia sonora, La Polla Records, Dead kennedys, Toy Dolls o Parálisis Permanente.


Jóvenes Punks de ‘La Movida madrileña’. / Domingo J. CASAS
Esta corriente se asentó por La Movida madrileña, surgiendo este estilo de grafiti punk, que ya se podía ver en ciudades europeas como Ámsterdam. Muelle perfecciona su firma y le añade el muelle con la flecha que subraya su nombre, y la R de marca registrada.
Sus seguidores buscaban imitarle lo mejor posible (a pesar de plasmar su propio estilo) por lo que muchos empezaron a utilizar la flecha en sus firmas. Con la llegada del grafiti hip hop, los territorios empezaron a diferenciarse por dos tipos de grafitero:
El grafitero punk (posteriormente denominados flecheros), con un estilo más fino, ya que plasmaban su mote como una firma engrosada.


Grafitis de influencia punk. Firmas engrosadas que empezó Muelle. / ERM
El grafitero Hip Hop, con un estilo cuidado pero más tosco, contando con letras y relieves inmensos.


Grafiti hip hop, proveniente de la ciudad de Nueva York. / ERM
Con el tiempo Madrid se llenó de grafitis. A mediados de los 80 Muelle dejó el rotulador para pasarse al espray, lo que le permitió realizar piezas más grandes, con relieve, profundidad, brillos y sombras. Con el paso de los años su firma evolucionó al 3D, un estilo muy relacionado con el hip hop.
Mi Firma en las paredes
En 1991 TVE estrenó en un programa llamado crónicas urbanas el documental Mi firma en las paredes. El documental hablaba del grafiti en la ciudad de Madrid, mezclando la realidad con la ficción.


El joven actor Daniel Guzmán en el documental ‘Mi firma en las paredes’. / ERM
La parte real trata la figura de Muelle, el surgimiento del grafiti y la opinión de los transeúntes sobre el asunto. La parte de ficción es la historia de tres chicos que sueñan ser como sus referentes grafiteros, entre ellos Muelle.
Bebe mucho de los documentales estadunidenses Wild Style y Style Wars, que hablan del surgimiento del grafiti en Nueva York y funcionan con un formato muy parecido.
Para uno de los protagonistas principales escogieron a un joven Daniel Guzmán (actor de Aquí no hay quien viva). Resulta que Daniel de joven era grafitero, y uno de los más conocidos de la época, Tifón.


Daniel Guzmán firmando con su apodo ‘Tifón’. / ERM
También aparece el grupo K1000 bailando break con su canción Pequeño criminal. Canción que forma parte del segundo disco de hip hop español de la historia, Rap in Madrid, un álbum recopilatorio de breakers y grupos emergentes.
Por último, Muelle aparece sin mostrar su rostro para dejar una pequeña reflexión:


Estampado de ‘Muelle’ en un Quiosco de Aluche. / ERM
“Mira tío, con nuestras pintadas le devolvemos a la ciudad parte del oxígeno que le roban los fabricantes de espray. Cuando pintas te sientes vivo y por un momento te olvidas que eres masa. En una ciudad como esta hay demasiada mierda y demasiada soledad. De este modo le regalamos a la gente un poco de nosotros mismos”
Juan Carlos dejó el grafiti en 1993, después de lograr llevar su firma a ciudades como Londres o Nueva York. Dos años después (1995) falleció a los 29 años debido a un cáncer.
Muelle fue perseguido y discriminado por parte de la justicia. Posteriormente quisieron comprarle los derechos de su firma por millones de pesetas, pero él nunca quiso vender su obra. Para él, el grafiti era un estilo de vida, no algo de lo que poder vivir.


Muelle, sobre una tapia en la Calle Illescas del Barrio de Campamento (Madrid), a principios de los años 80. / Archivo Familia Argüello.
Aunque Muelle y otros grafiteros de la época han tenido reconocimiento, para muchos no ha sido así. Jóvenes que bombardeaban las calles con sus firmas allá por los 80 y que han quedado prácticamente en el olvido. Los Kay, Popo, Tito, Rhey (el hermano de Muelle), Juanillo, Karapiex y Aouyeaaah, Bah, Matakuras, Rafita, Voquerón, Resorte, Pinganillo y un largo etc.
Grafiteros pioneros que recorrían los barrios de Madrid dejando su huella. Lástima que el paso del tiempo borre lo que un día empezó como un juego y hoy se ha convertido en historia. Si te apasiona el grafiti y el arte, desde Vive Madrid Fueras de Casa te recomendamos descubrir estas 3 rutas de arte urbano en Madrid.
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